Destacar en Iquique, con una propuesta de cocina chilena y, en una ciudad donde las influencias extranjeras mandan en cuanto a tendencias gastronómicas, no es tarea fácil. Un verdadero desafío que las hermanas Ana y Paula Ojeda, propietarias de La Bodega Restaurante, se han animado a tomar, promoviendo una gastronomía de base nacional en la zona, y vaya que lo logran.
La cocina chilena en Iquique está muy asociada a la comida de casa o de cocinerías, como las del Mercado y el “Agro”. No hay mucho lugar en la oferta de restaurantes locales para una gastronomía nacional más elaborada, con sazón y personalidad propia, algo que, en palabras de Paula Ojeda, la chef del local, buscan cambiar con su propuesta. “Nuestro cliente busca cocina chilena y sabrosa. No hay que tenerle miedo a los aliños, pues el condimento hace a nuestra gastronomía lo que es. Acá trabajamos con productos frescos, sazonamos bien y equilibradamente, no hacemos comida para enfermo (ríe)”, asegura la copropietaria de “La Bodega”.
Con una carta acotada y muy cercana al imaginario colectivo de la cocina clásica criolla, nos animamos por comenzar con sus populares empanadas (premiadas como las mejores de Iquique en el último concurso realizado por Inacap). Hechas a la minuta, probamos la de pino que, con posta picada a cuchillo, una correcta sazón y caldo, masa muy fresca y bien horneada, resulta un “hit” en cuanto a enjundia. Seguimos también la recomendación de probar su versión de empanada de pulpo que, con la misma buena masa, y un relleno apropiado en proporción del popular molusco, más un toque de pasta de aceitunas de Azapa y queso mantecoso, resultó particularmente sabrosa. Las empanadas fueron acompañadas con un Cholita Sour, a base de oporto, algo novedoso como aperitivo.
De fondo, pudimos degustar dos de sus especialidades: Salmón crocante en costra de nueces y tapenade de aceitunas, con un buen punto de cocción del pescado, acompañado por unas papas fritas “de verdad” y, perfectamente caseras (de las que hacen las abuelitas), además del “Doña Paula Ojeda”, nombrado por su homónima chef, un asado de tira braseado en reducción de carmenére y ciruelas, acompañado de polenta frita, muy suave en textura y con una rica salsa, contrastado correctamente con la crocancia de su guarnición y con el chutney casero de mango que lo acompañaba, al que le vino muy bien una copa de un cabernet sauvignon con personalidad, como lo es Yali, de Viña Ventisquero, apropiado para maridar la grasitud del corte de carne.
Dejamos para el final lo mejor: Una verdadera institución en las mesas chilenas, como lo es el pastel de choclo. Una sabrosísima pastelera, base del pino que pudimos degustar en la empanada, y una pechuga completa de pollo dentro de la greda, llegó hirviendo y con un dorado adecuado a la mesa. ¿Su calificación?: Excelente, destacando dentro de una propuesta sin fallas. Una preparación de sabor exquisito, tan clásica como contundente.
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Fotografías: Franco Miranda