Siempre he pensado y he sentido que la cocina es un acto de amor, donde el atender y el entregar cariño a nuestros comensales es la motivación de este gran acto de amar, que es cocinar.Así es el aire que se respira en
Rincón Árabe, un cálido espacio ubicado en Juan Enrique Concha #55 muy próximo a la concurrida Plaza Ñuñoa, entramos y nos recibe con una gran sonrisa y mucha amabilidad Lidia Nazal, administradora y descendiente de familia árabe, Lidia nos invita a la que será nuestra mesa y de inmediato nos ofrece un aperitivo, pisco sour para mi acompañante y para mi una
Cerveza Shepherds Blonde que es una cerveza palestina, específicamente una pilsener lager que hace despertar mi sed interior.
Una cerveza fresca ideal como aperitivo y también ideal para probar los primeros bocadillos que nos presentan, un fresco y muy sano Tabulé (tomate, pepino, perejil yburgol), Kubbe crudo (bolitas de carne cruda , cebollín y limón), Kubbe frito (bolitas de carne frita) con salsa de ají verde, pequeños Falafel (croquetas de garbanzos molidos fritos) con humus de garbanzo.
Al poco andar en nuestra degustación se presenta ante nosotros Cristina Nazál, la dueña del Rincón Árabe que abre sus puertas hace 16 años y que han conservado las recetas originales de su familia quienes llegaron a Chile hace ya unos 80 años aproximado. En la cocina Cristina a mantenido la unión del equipo que partió este sueño y desde el inicio mantiene a su cocinera Maritza y los demás llevan casi 7 y 8 años trabajando junto a los Nazal lo que habla de un ambiente grato y humano.
Cuando ya nos rendíamos con el picadillo inicial Cristina nos ofrece un clásico de la carta los rollitos, tienen una diversidad de rollitos donde el relleno es el mismo pero van cambiando los “envoltorios”, tenemos las clásicas envueltas en hojitas de parra, en repollo, en tripas (chunchules) cuidadosamente tratadas para comerlas, pimentones, ajíes y zapallitos italianos rellenos.
Es increíble que a pesar de que los rellenos son iguales el sabor cambia gracias a su envoltorio y para mi desde que conozco la comida árabe las hojitas de parra han sido mis favoritas, pero esta vez el ají relleno se anota entre los mejores que he probado con un picor suave y con el sabor del ají impregnado en el relleno.
No podía dejar pasar la oportunidad de acompañar estos rellenitos con otra
“Shepherds”, esta vez una Stout, una de mis cervezas preferidas, esta particularmente con suaves notas de chocolate y café, dulzor preciso, espuma cremosa, simplemente maravillosa y me atrevo a decir que es unas de las que mas me han gustado.
Y bueno tanto placer tiene un final y ciertamente los postres y dulces de la cocina árabe (Baklawa) han destacado por ese incontrolable y placentero dulzor y ni hablar del gustoso café que nos vuelve a encender para seguir adelante. Me quedo con ese ultimo sabor que resume esta experiencia vivida en el corazón de Ñuñoa, no solo es la mesa, no solo es la cocina sino la calidez del cariño y el brillo de una sonrisa y vemos que cuando el amor por el servicio brota solo nos queda ese dulzor en el paladar y se valida el dicho “guatita llena, corazón contento”, así es el equipo de
Rincón Árabe.