Barrio Franklin hace un tiempo se ha transformado en un referente gastronómico. Poco a poco se han instalado diversas alternativas culinarias para ir y disfrutar de variadas tipos de cocina internacional y también platos nacionales de esos que preparaban nuestros abuelos o padres.
Así es como nos encontramos con La Maestranza, ubicada en Franklin 1215, en una galería llena de cocinerías, un templo de la cocina chilena aumentada.
Al llegar ves un colorido espacio lleno de mensajes educativos y proverbios populares donde seguramente más de algún comensal ha encontrado más respuestas que en el horóscopo y ha encontrado su rumbo.
Al llegar nos recibió Francisco Varela, actual dueño y cocinero, Paulina Quintanilla su mujer, y su hermano Sebastián Varela quienes a finales del 2016 ya eran clientes habituales cuando Maestranza funcionaba con la administración anterior de la mano de Cristian “Punga” Gaete. El local estaba a punto de cerrar, cuando Francisco y familia decidieron hacerse cargo de este barco que ya llevaba tiempo y que tenía su nombre puesto en las alternativas gastronómicas de Barrio Franklin.
Sin más preámbulos partimos probando algo de la carta de La Maestranza: entrañas de caballo con humitas a la chilena para mi colega y yo, la paila con bistec de panitas acompañado de un cremoso de zapallo.
La espera de nuestros platos fue corta y amenizada por toda la lectura que nos rodeaba. Frases célebres como “No caliente lo que no se va a comer” y claro, hay que cuidar y dosificar bien la energía y no malgastarla.
Así es como llegaron a la mesa dos platos que nos dejan en silencio, no sólo por la cantidad sino que también por su presentación y los aromas que se desprenden de nuestros platos.
En lo personal, como amante de la panita, no puedo dejar de sentir el sabor del ajo que inunda mi paladar; el bistec en un punto de cocción perfecto y de sabor muy intenso, acompañado del cremoso que entrega la suavidad, mezcla precisa de arroz, zapallo molido, crema y queso.
Mientras tanto mi compañero de mesa me cuenta que la entraña de caballo está sabrosa, blanda y que su humita a la chilena es la combinación perfecta para este apetecido corte de carne.
Mientras disfrutamos de la comida, Francisco comentó que definen la comida de La Maestranza como comida casera, rescatando los sabores antiguos de los platos tradicionales caseros hechos por la abuela y su madre con un toque de cocina actual, más elaborada y experimental, pero respetando los sabores de antaño, una forma de mantener vivo el recuerdo y el amor por la cocina que notamos existe en cada plato que sirven,y la unión del pasado con el presente entorno a una mesa. Simplemente, hermoso.
En medio de la conversación llegó un tercer plato sugerido por la casa: Sierra a la plancha con guiso de trigo y merquén. A esas alturas ya habíamos devorado nuestro primer plato, por lo que decidimos compartirlo y dejar un espacio para los postres. La sierra simplemente maravillosa y el guiso de trigo, que nunca habíamos probado, con un picor respetable y tolerable.
Al final de todo este regocijo, llegamos al momento dulce, esos postres de la casa, sabores que han viajado de generación en generación y que hoy siguen siendo los favoritos de muchos, como la leche asada casera, las castañas al almíbar y las papayas al jugo. “Ni mi madre, ni mis abuelas están vivas, pero sentimos que están a nuestro lado cada vez que cocinamos para nuestros comensales”, palabras de Francisco quien ha heredado este amor por la cocina de la casa y donde cada uno de ellos (Paulina y Sebastián) ha aportado en actualizar y darle sello que sólo tiene La Maestranza.
Amor por la cocina, por la buena atención (a cargo de la querida Tania o Abu como la conocemos algunos), y el gran equipo que han formado y creado. Un imperdible.
Consumo promedio p/p en los días de semana $5500. Consumo promedio p/p fines de semana $10.000. No poseen patente de alcohol pues declaran que es un restorán familiar y prefieren no vender. Estacionamientos por calle franklin y alrededores.
Síguelos!
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Instagram: @maestranza.franklin
Fotografías: Milko Ulloa