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SABORES DE MÁGICA FANTASÍA EN LA REINA


 


 


 


 


 


Una vez instalada en la mesa, me di cuenta que fácilmente podía olvidar que estaba a pasos de Monseñor Edwards con Príncipe de Gales, ambas calles muy transitadas en la comuna de La Reina. Y es que la sensación que genera Element Restobar es bastante similar a la de estar inserto en medio de la calidez de los bosques del sur.


 


 


En la ocasión, celebramos la delicia y dulzura característica del ron Zacapa, en una gran mesa compartida con gente relacionada al mundo de la gastronomía. El ron se hizo presente en primer lugar con un refrescante “Sour albahaca”, que pude acompañar de manera casi perfecta con un pan de la casa con mayonesa de soya.


 


 


Después de un par de presentaciones personales y algunas anécdotas en la mesa, el desfile de sabores por fin comenzó.


Las entradas fueron las primeras víctimas de mi gula. Sus atractivos nombres abrieron aún más mi apetito. “Troncos del Hobbit”; tiernos cilindros de papa rellenos de morcilla con toques de nuez sobre salsa de espinaca. Antes de seguir, les cuento que la morcilla es la carne que rellena la prieta, pero en Element Restobar la sazonan de manera especial. También había sobre la mesa “Empanadas sin nombre”, “Tumaca de Ana”, “Tortilla española” y “Dedos de duende”. Sí, “Dedos de duende” que estuvieron sencillamente espectaculares. Consisten en camarones ecuatorianos  envueltos en finas láminas de carne de Wagyu, salteados en mantequilla.


 


 


El disfrute reflejado en la cara de todos los comensales, era fantástico. Esperaba ansiosa por lo que se vendría. Y mi ansiedad tenía mucha razón, ya que frente a mí se posó la maravilla culinaria principal: “Tesoro austral”; un filete de merluza austral al horno, acompañada de puré de albahaca y cebolla Element. Su textura era suave, cremosa y ligera, una perfecta combinación de sabores y sensaciones.


 


 


Al llegar el momento del postre, estaba confiada ciegamente en que lo que probaría sería tan rico como todo lo que le antecedió. Y así fue. Casi emulaba un cuadro de impresionismo con su ruptura estética y sus colores. “Era un Mouse de adulto” hecho de praliné de almendras y acompañado con una sutil copa de ron Zacapa 23. Para poder saborearlo bien, había que seguir una rutina. Primero una cucharada de mouse seguida de un sorbito de ron. Luego la misma cucharada de mouse. Así, el postre se sentía diferente, con un toque justo de alcohol.


 




 


 


El ron Zacapa, hecho de miel de caña, fue nuestro acompañante durante todo el almuerzo. Un ron con varias caretas, versátil, ideal para acompañar tanto dulce como salado. No por nada es reconocido dentro del medio gastronómico por su calidad y particular dulzor.


Fue mi primera visita a Element Restobar y espero que no sea la última. Esa casa de madera y tallados con un amplio antejardín con puentes y agua fue un gran descubrimiento para mi paladar y confort al sentarme en su mesa. 


 



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